Colosenses 3:5
“Haced pues morir lo terrenal en vosotros”
Tomar las decisiones correctas de obedecer a Dios mejor que a nuestros deseos pecaminosos necesariamente envuelve a la disciplina de la mortificación ¿Qué es la mortificación? ¿Y qué tiene que ver con la santidad?
El apóstol Pablo nos da la respuesta: “porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” (Romanos 8:13). Para tomar decisiones correctas es necesario mortificar, o hacer morir los pecadillos de la carne -las acciones pecaminosas que cometemos de pensamiento, palabra u obra. Pablo fue más explícito acerca de esto en Colosenses 3:5: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría”.
Como observamos en Romanos 8:13, una cosa que vemos claramente es que la mortificación, o hacer morir al pecado es nuestra responsabilidad. Pablo dijo: “si hacéis morir”. Es nuestra responsabilidad, algo que debemos hacer, no algo que nosotros debemos entregarle a Dios para que él lo haga.
También debemos observar que Pablo dijo: “porque si vivís conforme a la carne, moriréis”. Pablo habla aquí acerca de lo espiritual, no de la muerte física. Lo contrario es también verdad. Si nosotros vivimos de acuerdo al Espíritu -que es, que por Él “hacemos morir los deseos de la carne” -viviremos en el sentido espiritual. Una vez más, como lo hizo con mucha frecuencia, Pablo subrayó el inseparable vínculo entre justificación y santificación. Pablo claramente enseñó que fuimos salvados por la gracia a través de la fe (Efesios 2:8), pero él también subrayó que nosotros debemos ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor (Filipenses 2:12), esto es, sin presumir de la gracia de Dios.
(Extracto del libro de Jerry Bridges... The pursuit of holiness)